NUESTRO FUNDADOR

Hombre elegido por Dios para grandes obras en su Iglesia, llevaba en su sangre la franqueza, en su espíritu la firmeza de carácter y el sentido práctico, todo unido a la nobleza y sensibilidad de un corazón netamente mexicano.

La Providencia que suscita, prepara y envía a sus profetas, llevó a José Antonio Plancarte y Labastida al Colegio de Santa María de Oscott en Inglaterra; allí germinaron y se desarrollaron las semillas de la verdadera devoción a María Santísima, su vocación al sacerdocio y el ardiente celo por hacer el bien a sus compatriotas mediante la educación de la mujer.

Su talento observador y práctico, sensible a los signos de los tiempos, descubrió acertadamente los medios, para realizar la MISIÓN que había descubierto en el Evangelio, y trabajó incansablemente por consolidar las grandes obras que llenaron su fecunda vida, entre ellas su obra predilecta, la Congregación de Religiosas “HIJAS DE MARÍA INMACULADA DE GUADALUPE”, por medio de la cual quería llevar al conocimiento y amor de Dios a toda la niñez y juventud, el consuelo a los enfermos, y el auxilio a los necesitados.

Se propuso promover el culto y el amor a la Santísima Virgen de Guadalupe, a Ella consagró toda su vida y los trabajos de su ministerio sacerdotal; quiso que María fuera “El Alma y la Reina” de su Congregación.

Porque vivió en grado eminente el don de Piedad se conservó fiel a Dios y pudo superar con “VALOR Y CONFIANZA, las múltiples contrariedades y sufrimientos que lleva consigo la práctica del bien.

La grandeza de su virtud consistió en encubrir con el ropaje ordinario todo lo que su voluntad emprendía, género de humildad que supone una abnegación absoluta y una generosidad que sólo conoce el amor cristiano que llamamos caridad.

Se sigue trabajando en la Causa de su canonización, el 23 de enero de 2020 el Papa Francisco aprobó el decreto de las virtudes heroicas del Siervo de Dios José Antonio Plancarte y Labastida, Sacerdote Diocesano Mexicano, el cual le otorga el título de VENERABLE.